Como crecen los árboles.
Con su pasar lento
y esforzado.
Así nos van pintando
de gris los días que pasan.
Así nos van creciendo
las raíces y las ramas
que nos atan a esta tierra
y nos llevarán al fin
a ser parte de ella.
Junto a los recuerdos
crecen los olvidos,
al lado de los silencios
se acurrucan las palabras
a vivir y dar la vida
a los sentimientos
que más sienten
y que buscan estar dichos.
Yo envejezco,
tú envejeces,
todos ellos
envejecen.
Sin que la excepción
confirme las reglas
de andar por el mundo.
Sin que a los que no protesten
y se porten bien
les den algunos años
de premio o limosna.
Iam mihi deterior
canis aspergitur aetas.*
Iam mihi et tibi et sibi,
sin que haya remedio.
Yo envejezco, y pinto la vida con nuevos colores. Y me crecen mañanas.
ResponderEliminarSaludo enorme, Jorge.
Pues si señor, todos envejecemos, se llenan de grises los cabellos, comienzan los surcos en la piel, pero lo importante es que los años nos ayuden a crecer por dentro y sentir que estamos vivos, e intentar ser felices, viviendo.
ResponderEliminarUn abrazo Jorge y un lindo año
Hola, es bueno dejar pasar la vida, no importa envejecer si la vida se ha vivido cada segundo. Me ha encantado tu entrada. Un abrazo
ResponderEliminarLo único cierto y joven, es el presente. Buenísima tu entrada. Un abrazo desde el hoy.
ResponderEliminarAntonio
“No dejamos de jugar porque envejecemos, si no que envejecemos porque dejamos de jugar”.
ResponderEliminarUn abrazo