(a Amelia, Ángeles
y Celia,
Mónica, Raquel y Sonia
y una noche de Gijón)
Sí:
estáis hechas de razones
para sera amadas.
Porque vuestro pelo
sabe ser el bosque
que acaricia el viento
de mis manos.
Porque vuestros ojos están hechos
con la luz que queda cuando el día
ya se está marchando.
O con dos reflejos
de ese sol de otoño
sobre el mar.
O con cielos grandes
acuarelados con estrellas.
Porque vuestras manos
saben conducir el vuelo
de las aves de esta vida
y las vidas que hay detrás
de cada razón,
de cada gesto;
de cada silencio y cada brillo
de miradas y de risas
que se parecen al amor.
Porque vuestro andar
mueve la razón del universo
y derrama su sabor
imprescindible
sobre las aceras
y las calles.
Porque vuestra piel
pudiera ser la tierra
donde edificar mi mundo
y el camino de mi andar.
Porque vuestro cuerpo
está lleno de palabras
que saben componer los versos
y dejar mis manos
vacías de palabras
y romper el día
y romper la luz
y romper la madrugada
e inventarme cielos más allá
de mi ser pequeño de hombre.
Las destinatarias deben sentirse orgullosas de recibir un poema tan lleno de delicadeza y buen gusto. Buen texto.
ResponderEliminarSaludos
Precioso poema a esas destinatarias que te hacen ver tanta belleza y empuñar la pluma para compartirnos hermosos versos.
ResponderEliminarNo dejes nunca de inventarte cielos Jorge, sobra azules en todo lo que te rodea.
Abrazos y felíz de verte
Una caricia, una razón que sabe a cielo.
ResponderEliminarSaludos!
Gran trabajo,
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