Me asomé a una tarde de septiembre
y pude ver
cómo empezaban a secar los árboles
sus hojas más extremas.
El aire se volvía más cansado,
el tiempo un pasar lento
y distraído.
Buscaba
los últimos retazos del verano
y encontré
un otoño que nacía ante mis ojos.
Y pedí a algunas horas de septiembre
que asomaran su mirada sobre mí
y me dijeron
que me encontraban más cansado;
con un año más
de recuerdos y de olvidos;
con trescientos sesenta y cinco días de equipaje
que añadir
al que antes yo tenía.
Les parecía en mí
que empezaban a secarse algunas hojas
de las que no vuelven a salir
(soy hombre y no soy árbol)
y el otoño adivinaban en mis ojos,
en los que podían ver
cierta melancolía.
Me quisieron animar
(“son cosas de la vida”)
y me emplazaron
a doces meses vista.
Recogí lo que quedaba de mis fuerzas
y me lancé
a menos hablar y más vivir.
ASÍ ES JORGE,MÁS VIVIR, EL DIA A DIA. BUENO HABLAR TAMBIEN ES IMPORTANTE.
ResponderEliminarUN ABRAZO
MARIAN
Equipaje de días, el traje del árbol se descose en este otoño, mientras la vida aguarda otros meses, otras horas, otras voces.
ResponderEliminarAy, volé leyéndote...
Saludos muchos, muchos, Jorge. Hasta pronto.
Siempre deberiamos añorar menos y vivir más... o eso creo cada mañana. Saludos
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