¿Cómo te trata la vida?,
preguntabas sin mirarme;
tal vez mirabas los años,
tal vez no mirabas nada.
Yo, ¿qué quieres que te diga?,
respondía sin pensarlo
y me arrepentí de hacerlo.
Sólo estoy lleno de años,
ni el dinero ni la gloria
ni resto de algunos sueños.
Entonces tú me miraste
y recordé esa mirada;
se me cayeron los años,
renació el tiempo pasado
y, sólo por un momento,
me bebí tus veinte años
otra vez en un instante.
Y luego se apagó esa luz
y los perdí nuevamente
y los perdí de mis manos
y los perdí para siempre
y el tiempo siguió pasando.