El día que me quede vacío
seguiré nombrando las cosas que veo:
mar, viento, lluvia,
tierra, resplandor o vuelo.
Olvidaré los verbos y las conjunciones
y llenaré las líneas de mis versos
con la substancia de los substantivos,
con nombres vacíos y a la vez llenos.
Tal vez más tarde olvide las palabras
y pediré que me enseñen otra vez las letras;
y las dibujaré en su orden
o en orden caprichoso,
que es lo más humano,
más rico y más lleno.
Y expresaré la risa
con un puñado de ellas;
con otras diré llanto,
amor, vacío o miedo.
Y el día que no escriba
podré ya morir,
es decir, volveré al silencio.