El mar pirata,
armado de agua y sal,
de espuma y viento,
robó fragmentos de tu piel,
algún cabello,
y quiso arrebatar
tu olor entero.
Y escapó rápido y escondido
lejos de todas las miradas,
a sus fondos abisales
y negros
como vientres de ballena,
donde atesora
joyas del amor de las muchachas:
miradas verde mar
o azul de cielo,
u obscuras
como aguas de tormenta;
cabellos
oleados o tranquilos
como mar en calma,
o remolinos incesantes e imperfectos;
tactos suaves de piel de agua,
ásperos de sal
o frondosos de algas;
y guarda voces,
gritos, suspiros o susurros
como él solo sabe hablar.